Roger Federer ganó su partido contra Richard Gasquet y le dio el último punto para que Suiza levante la primera ensaladera de plata

Cuando los problemas aquejan y las tensiones aparecen. Cuando las peleas internas incomodan y la presión de una multitud se hace sentir, aparece Roger Federer. Un hombre que apacigua cualquier inconveniente desde su templanza. A sus 33 años consiguió el trofeo que le faltaba, la ensaladera de plata. Con una “unidad” detrás de su espalda y la figura preponderante de Stanislas Wawrinka, Suiza estampó su sello en la historia de la Copa Davis.

El último punto de la serie tuvo al Nº2 del mundo en su máximo esplendor. Con una alta efectividad de puntos ganados con su primer servicio y una consistencia permanente en la derecha y el revés. Simplemente, Richard Gasquet, cedió terreno y realizó una labor atípica, defender. A pesar de su tozudez y coraje, nunca pudo incomodar al suizo, que se llevó el match en tres sets: 6-4, 6-2 y 6-2.

Roger Federer sucumbió a la emoción y entre lágrimas abrazó a cada integrante de su equipo. La mitad de los espectadores del estadio de Lille (Francia) disfrutaron el merecido festejo, mientras que el país organizador de la final debió contentarse con mirar y evitar la melancolía de una frustración.

La Copa Davis deja estas enseñanzas. No siempre gana el mejor equipo, el que descansa más o aquel que impone una superficie de juego predilecta. La “unidad” suiza rompió todo esquema y con dos hombres de gran valor como Wawrinka y Federer ganaron el ansiado título, una copa vestida de sacrificio y lágrimas de campeón.


@Sergioinsfran