El ambiente previo al partido era inmejorable para el Tenerife: rival aparentemente débil, mermado y el representativo, crecido tras un gran partido y una gran victoria en el derby la semana pasada. Sin embargo, desde el minuto 10, toda inyección de moral y buen juego se esfumó, dando paso a la apatía y la falta de acierto en todas las áreas del campo característicos de jornadas anteriores. Y eso que el Tenerife empezó enchufado, en el minuto 5 Aridane ya había inquietado al meta pepinero con un disparo desde la frontal que se marchó al lateral de la red. Pero el ímpetu se quedó en eso. El Leganés, con un gran trabajo en la medular de Álvaro García y Diamanka, se hizo dueño del partido desde entonces y comenzó a comerle el terreno al Tenerife, tanto, que los chicharreros tenían dificultades para pasar a campo contrario. Fruto del dominio Borja Lázaro gozó de dos ocasiones claras: la primera al rematar según caía un balón suelto y la segunda tras una indecisión en la zaga tinerfeña, pero ambas se marcharon desviadas.

En el minuto 20, en uno de los pocos fallos defensivos de Aitor Sanz en los últimos dos años, el mediocentro madrileño midió mal su entrada a un balón bastante fácil y derribó, cometiendo penalti a Sergio Prendes. Álvaro no falló desde los 11 metros, engañando a Roberto. Desde ahí, el Tenerife bajó la intensidad y con ello los brazos. Optó por un juego extrañamente pausado del que los madrileños se deshacían intento tras intento gracias a una gran presión en la línea medular, imposibilitando sacar la pelota jugada y forzando a los chicharreros a buscar balones en largo. Pero en contra de lo esperado, la siguiente ocasión clara fue tinerfeña: Uli Dávila recibió en posición correcta un pase en profundidad, encaró a Queco Piña y le engañó, cediendo el balón al segundo palo para la entrada de Maxi Pérez quién, incomprensiblemente, a puerta vacía envió el balón desviado.

En la segunda mitad, Cristo sustituyó a Iker, pero el guion del partido no cambió. El Tenerife buscaba, sin acierto, un juego que le era imposible de realizar debido al trabajo defensivo del Leganés, que había renunciado ya al ataque, convirtiendo los primeros 20 minutos de la segunda parte en un espectáculo tedioso. Pero en medio de este letargo, empezaron a  acrecentarse los nervios y las prisas del Tenerife, hecho que en una jugada aislada, benefició al Leganés. Velasco centró de primeras un balón largo que nadie acertó a peinar o despejar por el camino y Borja Lázaro, sin mucha oposición, tras acomodarse el tiro, fusiló a Roberto en el minuto 71.

El Tenerife, más por orgullo que por ideas o fe, reaccionó con este segundo tanto y se lanzó completamente al ataque. Cervera metió a Suso por Cámara y el tinerfeño protagonizó las mejores ocasiones (o intento de ellas) para su equipo, desbordando con facilidad por banda derecha y colgando balones que no encontraron rematador. Sin embargo, en el rechace de una de ellas, Maxi volvió a tener en sus botas el gol, pero su disparo lo repelió Queco Peña.

Así, el partido llegó a su fin y los 3 puntos se quedaron en Butarque, lo que permite al Leganés alejarse de puestos de descenso, donde cae el Tenerife con 7 puntos de 21 posibles.